El Papa no encabezó el Vía Crucis debido al frío

 

El papa Francisco, hospitalizado recientemente por una bronquitis, no presidió la tradicional procesión del vía crucis del Viernes Santo debido al clima frío en Roma, y en lugar de ello permpaneció en su residencia en el Vaticano mientras miles de fieles acudían al evento iluminado con antorchas en el Coliseo.

Es la primera vez que un pontífice no acude al vía crucis del Viernes Santo desde 2005. Ese año, un debilitado y enfermo San Juan Pablo II lo observó en silencio por televisión desde su apartamento en el Palacio Apostólico, ocho días antes de su muerte.

El Vaticano había dicho que Francisco presidiría la procesión que recuerda el sufrimiento de Jesús antes de su crucifixión y muerte. Pero unas horas antes de que comenzara, la Santa Sede se refirió al “frío intenso” que ha vuelto inusualmente frescas las noches de Roma en estos días, y dijo que el pontífice se quedaría en su residencia en un hotel de la Ciudad del Vaticano y desde allí vería el evento.

El Papa de 86 años fue dado de alta de un hospital de Roma el 1 de abril tras recibir antibióticos por vía intravenosa debido a una bronquitis.

Horas antes el viernes, Francisco presidió un oficio de oración de dos horas en la Basílica de San Pedro. El Jueves Santo el Papa ofició una larga misa en la basílica y en la tarde acudió a una prisión juvenil de Roma, donde lavó y secó los pies de una docena de reos en un gesto simbólico de humildad que imita lo que Jesús hizo con sus 12 apóstoles antes de ser crucificado.

El evento del Coliseo es uno de los rituales más destacados de la Semana Santa. En la procesión de este año, en la que los fieles cargaron una cruz ligera, delgada y alta, acudieron unas 20.000 personas, sosteniendo velas encendidas en la oscuridad afuera de la arena romana. Cuando la procesión concluyó y un cardenal impartió la bendición en lugar del pontífice, la multitud gritó: “Larga vida al Papa”.

Francisco eligió que el tema de la procesión fuera “voces de paz en un tiempo de guerra”. Se leyeron en voz alta testimonios de los que sufren, de migrantes y refugiados de guerras o del hambre, en África, el sureste de Asia, Medio Oriente, Sudamérica y otras partes.

Los testimonios elegidos fueron tomados de las muchas expresiones de sufrimiento que Francisco ha escuchado de migrantes y de otras personas que han hablado con él durante sus viajes al extranjero y en otras ocasiones.

FUENTE : LA PRENSA