A cincuenta años de una obra maestra de Pink Floyd

Pink Floyd está celebrando los cincuenta años del disco ‘El lado oscuro de la luna’ (‘The Dark Side of The Moon’), una de las obras maestras de la música mundial, que va mucho más allá del rock.­

Filmaciones de la grabación del disco en Abbey Road fueron incluidas en el documental ‘Live at Pompeii’ (‘En vivo en Pompeya’, 1972), sobre el mítico concierto de la banda, en el antiguo anfiteatro romano de Pompeya en 1971, sin público. Y pensar que ‘El lado oscuro…’ es el título de un disco editado en 1972 por Medicine Head, una banda inglesa de heavy rock, que fracasó con este álbum y que hoy nadie recuerda. Un destino opuesto al que le tocó a Pink Floyd.­

‘El lado oscuro de la luna’ era el título que Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason tenían en mente para ese nuevo proyecto que les cambiaría la vida y haría avanzar mucho más el concepto discográfico. Fueron frenados a tiempo por Medicine Heads y así se optó por rebautizarlo ‘Eclipse’. Luego, tras el mencionado fracaso, volvieron a la idea original, añadiendo así otra pieza acertada a un mosaico que resultaría perfecto, el adjetivo que más suele usarse para definir esta obra, uno de los títulos más vendidos de la historia y que se ha mantenido en las listas de manera casi continua desde el 1 de marzo de 1973 hasta la fecha.­

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FORMULA MAGICA­

El álbum es una combinación mágica de ideas musicales, tecnología, diseño de arte y esa imaginación visionaria que ha sido el sello distintivo de la banda desde sus inicios, pero que en este caso captura no solo el espíritu de una época ya en transformación, sino que logra fijar en vinilo una música que venció el desafío del tiempo.­

La portada es una de las más icónicas de la historia del rock. Creada por el diseñador gráfico inglés George Hardie con la colaboración de Storm Thorgerson y Aubrey Powell del estudio Hipgnosis, representa un rayo de luz blanca que, a través de un prisma, a excepción del índigo, se descompone en sus colores constituyentes, rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado. En el interior de la tapa, el rayo forma el latido del espectro de luz que recuerda al que abre el álbum.­

Los temas de fondo son los que caracterizarán la producción posterior: la presión ejercida por el poder, el dinero, la sensación de desconcierto, la locura, obviamente ligados a las condiciones de Syd Barrett, el ‘Diamante Loco’ que había fundado la banda y que ya entonces se había encerrado en los laberintos de su mente.­

Como toda obra maestra que se precie, este disco también tiene una historia compuesta de episodios impredecibles y algunos de estos se refieren, directa o indirectamente, a Alan Parson, el brillante ingeniero de sonido que creó el paisaje sonoro del álbum trabajando con hojas de afeitar y cintas, llegando a concebir la idea, loca para la época, de grabar en modo cuadrafónico, una tecnología que en realidad no solo no estaba disponible en 1973 sino que aún hoy solo puede usarse para eventos y en ciertas condiciones.­

Durante las grabaciones, Parson a menudo se encontraba trabajando solo en el estudio, porque Waters veía los partidos de su Arsenal, pero, sobre todo, Pink Floyd no se perdía un episodio de ‘Flying Circus’, de Monty Python, que fue tan popular en la BBC.­

Parson fue nominado a un Grammy por este extraordinario trabajo, pero vio resquebrajarse la relación con la banda, que públicamente no reconoció del todo sus méritos: fue entonces cuando decidió emprender su propio negocio con el Alan Parson Project.

FUENTE : LA PRENSA