“Si Javier Milei se arrepintió no puedo saberlo, porque no estoy en su corazón”

El nuevo arzobispo de La Plata, Gabriel Meste, dirigirá los destinos de tres diócesis.

Definió a Francisco como “el Papa de los signos” y expresó sus esperanzas para que el Sumo Pontífice visite nuestro país en 2024.

El 16 de setiembre, un día después de haber cumplido 55 años, Gabriel Mestre, que hasta ese momento era obispo de Mar del Plata, fue puesto en funciones como Arzobispo de La Plata, reemplazando a Víctor Manuel “Tucho” Fernández, quien asumió como Cardenal en el Vaticano.

El clérigo marplatense, que tuvo su paso por el seminario en la capital provincial, mantuvo una estrecha relación con su antecesor y para hablar de ello y de otros temas de importancia eclesiástica y política, recibió a La Prensa en su despacho platense de la calle 14.

-¿Cómo nace su vínculo con la Ciudad de la Plata?

-El vínculo es propio de haber vivido 8 años, de marzo a diciembre, en el Seminario San José del Parque Castelli y de haber participado de manera particular en parroquias de la Arquidiócesis, la parroquia San Luis Gonzaga, de Villa Elisa, con la Capilla de Exaltación de la Cruz de Arturo Seguí, y la parroquia de Pompeya en 19 y 62, también acompañando a la comunidad educativa. Esto me ha generado vínculos muy lindos con seminaristas que hoy son sacerdotes, y con laicas y laicos, y algunas religiosas, particularmente también con las Hermanas Canossianas, porque los primeros años del seminario los hicimos en el seminario menor, en Los Hornos.

-¿Cómo evalúa su paso por Mar del Plata?

-Lo valoro como positivo. Siempre uno podría haber hecho más de bien, digamos, pero la humana fragilidad hace que no haga tanto de bien, pero al evaluar y al recibir el cariño de tanta gente en el marco de las semanas de despedida que tuve, no sólo del ámbito propio de la Iglesia, de las parroquias, capillas, comunidades y escuelas, sino también del ámbito civil, social y político, bueno, creo que la gente ha podido descubrir que intenté ser un buen pastor. Insisto que, más allá de mi humana fragilidad en algunas cuestiones, pudimos dar pasos importantes. Mucho hacían hincapié en este tema de buscar siempre el diálogo y el encuentro, que es lo que nos pide el papa Francisco, particularmente en el ámbito político y social, en el servicio de una catequesis actualizada en nuestro tiempo, como también nos pide en las comunidades católicas.

 

SU AMIGO TUCHO FERNÁNDEZ

-¿Cómo era su relación con su antecesor?

-Tenía muy buena relación con Tucho Fernández, nos conocíamos de antes de ser obispos los dos, ya teníamos muy buen vínculo en el ámbito más académico y yo más en la parte pastoral de lo que tiene que ver con la Biblia, con la Sagrada Escritura. Después, cuando a él lo hicieron obispo, siguió el vínculo. Cuando a mí me hacen obispo de Mar del Plata, el vínculo se acrecienta más. Y cuando a él lo hacen arzobispo de la Plata, mucho más, porque Mar del Plata es diócesis, sufragánea se dice, de la arquidiócesis de La Plata. Esta actúa como una cierta cabecera para diósesis de Chascomús, Azul y Mar del Plata. Entonces ahí el vínculo se acrecentó, además sumado por el hecho de que los seminaristas de Mar del Plata siguen viniendo al seminario de La Plata, porque en Mar del Plata no hay. Entonces ahí el trato fue como mucho más directo, claro y cotidiano; podría llegar a decirte, a pesar de la distancia, con respecto a lo que tenía que ver con el seminario, con los seminaristas, y con los desafíos de la región también. Si bien son dos ciudades que tienen idiosincrasia propia, había cuestiones que tenían que ver con lo común, así que el vínculo con Monseñor Tucho Fernández ha sido y es excelente.

-¿Cuáles son los desafíos que le impone este nuevo cargo?

-Bueno, de cara a lo que es lo primero y principal de un obispo es anunciar a Jesucristo en la tarea misionera evangelizadora y fortalecerlo en la catequesis de las comunidades con una actitud de servicio y de caridad para con toda la sociedad. Eso sería lo esencial como pastor de la Iglesia Católica responsable de conducir a los sacerdotes, ayudados por los tres obispos auxiliares, Alberto, Jorge y Federico, y los diáconos permanentes, la formación de los seminaristas y todas las comunidades, las de vida religiosa, masculina y femenina, y las laicas y los laicos que en los movimientos, instituciones, parroquias, capillas y servicios de la arquidosis van adelante. Y de cara a la sociedad civil secular, la función de un obispo es buscar colaboración en un marco de independencia. Todo lo que tenga que ver con el bien común no es ajeno a la Iglesia. La Iglesia tiene que colaborar con el bien común, la justicia social, el cuidado de los más pobres y marginados, la actitud del respeto por la libertad religiosa, el cuidado de la vida, el trabajo, el desarrollo y la educación. Todos son valores evangélicos que repercuten en la sociedad civil. Entonces ahí hay una cuestión de colaboración, de diálogo con independencia, porque la Iglesia Católica no es un partido político, no es un ámbito gubernamental del Estado, en el marco de una sociedad pluralista, donde hay diversas formas de pensamiento.

EL PAPA DE LOS SIGNOS

-¿Cuál es su relación con Francisco?

-Yo a Francisco no lo conocía. No tuve vínculo de trabajo como lo tuvo Monseñor Fernández. Yo en realidad empiezo mi contacto con el Papa hace seis años, cuando me nombra obispo. Es un contacto cercano, pero no tan directo como el de monseñor Fernández. Ellos habían trabajado en varios ámbitos y se conocían de muchos aspectos, siendo el padre Tucho y monseñor Bergoglio. Eso quedó ratificado ahora en el cargo de tanta importancia que Francisco le dio, y no solamente el cargo, sino nombrándolo Cardenal, como colaborador directo de él en Roma, en el gobierno de toda la Iglesia, y en este ámbito de la doctrina de la fe, que es sumamente importante.

-¿Cuáles son las cosas buenas que usted ve del papado de Francisco?

-Yo creo que ha sido el Papa de los signos. Dios nos regala el Papa que necesitamos en cada momento. En esto hay continuidad. Juan el Bueno, Pablo VI, Juan Pablo I, poquito tiempo, Juan Pablo II, Benedicto, Francisco… hay continuidad. Sin embargo, cada uno tiene una impronta particular. Y Francisco ha sido el Papa de los signos, claros, directos, del lenguaje directo, que eso nos hace mucho bien. Entonces, cuando el Papa, a poquito de asumir, va a una pequeña localidad, la isla de Lampedusa, para mostrar al mundo que el tema de los migrantes que mueren en el Mediterráneo es un tema delicado y complicado, está realizando un signo muy, muy fuerte. Cuando va, en el mes de septiembre a Mongolia, un país donde casi no hay cristianos católicos, está dando un signo importante. Entonces, yo valoro claramente la actitud de Francisco como el Papa de los signos. Donde aquello que escribe, que dice y que plantea, lo ratifica con claridad en signos concretos que son significativos para la humanidad y creo que, de manera particular, para los que somos argentinos que podemos entender muy bien su lenguaje. Cuando él inventa una palabra, por ejemplo, misericordiar, no existe, no está autorizada, existe la palabra misericordia, pero el verbo así, conjugado, no existe. Bueno, esa palabra que el Papa crea es todo un programa de vida. Yo tengo que misericordiar a mis amigos, a mis parientes; tengo que misericordiar a aquel con el cual no me llevo bien. Está siendo toda una expresión muy fuerte, a pesar de que no existe. O cuando dice, hay que callejear la fe, una expresión bien porteña, bien argentina-rioplatense, digamos… no sé cómo la entenderán, cómo se traducirá en vietnamita o en holandés esta expresión, pero nosotros la entendemos bien, no tiene que ser una fe que quede en el aire, sino que se meta en la calle, en la historia de las personas.

EL 2024

-El Papa no ha venido a nuestro país en estos 10 años. ¿Se lo espera con muchas ansias? ¿Se sabe si va a venir?

-Totalmente. A mí me encantaría que el año que viene, como por ahí se ha sugerido suavemente, el Papa venga. Creo que sería muy importante para la mayoría de los argentinos creyentes y no creyentes visitar la Argentina en el 2024, que no es un año eleccionario. El Papa hizo semipública la posibilidad, inclusive antes de las PASO, de que no está vinculado a ninguna cuestión política partidaria como a veces se lo quiere meter. Creo que sería muy importante. Dependerá de cuestiones de agenda, de su salud, el Papa no tiene 45 años, tiene 88, cumple ahora en diciembre y, evidentemente, de cuestiones que tienen que ver con la diplomacia vaticana. Tendrá que arreglar con el nuevo gobierno que tendremos en nuestra patria, es un jefe de Estado que viene como jefe de Estado, entonces, por lo tanto, hay cuestiones propias del ámbito diplomático que habrá que encarar. A mí me encantaría que venga a la Conferencia Episcopal, los obispos lo hemos invitado, pero dejamos en su libertad los motivos de por qué ha demorado su visita, o porque podría tampoco venir el año que viene. Aunque yo espero que venga.

-La humildad que ha mostrado Francisco ¿también es un signo?

-Exactamente, signo de cercanía. Manteniendo su autoridad, porque no deja de ser el Papa, es el que nombra a Tuchos, es el que nombra a Mequía, es el que nombra al obispo de cualquier parte del mundo, en Filipinas, en Nicaragua y en Estados Unidos. Manteniendo su autoridad, es un Papa que tiene gestos de mucha cercanía, y donde hace vivenciar el Evangelio de Jesús desde gestos que son humanos, como hacerte un sándwich de mortadela o hacer que en la Plaza San Pedro haya efectivamente una atención para la gente en situación de calle. No es que él va a estar todos los días ahí atendiendo a la gente, porque tiene que dedicarse a gobernar la Iglesia Universal, pero opera a través del limosnero del Papa, justamente para que las personas más pobres puedan ser atendidas y acompañadas.

¿UN MILEI ARREPENTIDO?

-Durante el debate, Javier Milei dijo que le había pedido disculpas al Papa por haber dicho que era un enviado del Maligno. ¿Cómo ve usted este arrepentimiento, si es que lo cree, del libertario?

-Mirá, yo no vi las disculpas públicas, la verdad que no las vi, pero bueno, no soy un especialista en medios, ustedes sabrán más de estas cuestiones; no lo estoy siguiendo a Milei, así que yo no escuché en ningún momento que se arrepentiera de las actitudes agresivas e intolerantes que tuvo con respecto al Papa. Porque él puede pensar distinto que el Papa y tiene todo el derecho a pensar distinto. En el marco de una sociedad pluralista todos pensamos distintos y eso es legítimo. Pero eso no justifica agredirlo porque es un ser humano y es el líder de la Iglesia Católica en todo el mundo. Los argentinos somos de tradición cristiana católica, entonces la agresión habla más del que agrede que del agredido. Creo que habla más de una actitud de profunda y total intolerancia por parte de Milei. Si se arrepintió, no puedo saberlo porque no estoy en su corazón, sería bueno que sí y Dios quiera que haya hecho una cuestión pública que yo no tuve acceso.

-¿Ve alguno de estos cinco candidatos como más cercano a los ideales de la Iglesia Católica?

-En ese sentido hablamos ya de Milei, Myriam Bregman es una militante de carácter comunista que, claramente, no tiene ningún reparo en plantear sus diferencias claras con respecto a muchos temas que son medulares para la Iglesia Católica. Los otros tres están en un plano donde, si bien hay puntos de coincidencia, también siempre hay diferencias con respecto al tema de la Iglesia Católica. Tanto Patricia Bullrich, Sergio Massa, como Juan Schiaretti tienen sus vínculos con el ámbito de la Iglesia por más que no comulgue con todos sus principios. Hay temas que han sido transversales, el aborto por ejemplo, un tema que en los dos grandes espacios de ese momento había gente que lo propiciaba y gente que tenía la postura de la Iglesia.Una postura de carácter definitiva, porque está en medio de la dinámica propia del cuidado y la defensa de la vida. En la Iglesia Católica nunca vamos a aceptar el aborto pero siempre vamos a acompañar a una mamá que, por motivos que no podemos juzgar, haya recurrido al aborto. Eso es otro tema donde la perspectiva está en la misericordia . Entonces, es como que las temáticas con estos tres candidatos pueden ser cruzadas. Creo que hay temas en los cuales ellos pueden estar de acuerdo, de hecho, se han manifestado a favor de la doctrina social de la Iglesia y otros en donde puede haber algunas diferencias.

UN COMPROMISO FUERTE

-¿Cómo ve el papel de los curas villeros?

-Me parece excelente la tarea y el servicio de los curas villeros. Conozco a varios, no a todos. Muchos de ellos tenían contacto con sacerdotes de Mar del Plata, donde de alguna manera había una pastoral más pequeña pero similar a lo que ellos tienen en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano. Y me parece que es una actitud comprometida en el día a día. Uno ve la tarea que realizan en sus parroquias, capillas, en los hogares de Cristo, en los centros barriales… tienen un compromiso muy fuerte que no es de palabra sino que es de obra.  Me pareció muy bueno que hayan tenido una actitud de dialogar con todos los candidatos porque prestan un servicio particularmente importante con los más pobres, los más marginados, los más desprotegidos.

-¿Usted cree que la Iglesia Católica debiera estar más cerca de los fieles?

-Creo que sí. Es algo que el papa Francisco lo pide en su primer documento, el más importante, que se llama Evangelii Gaudium, la alegría del Evangelio, la alegría de anunciar el Evangelio. Tucho Fernández lo ha tratado de reforzar en este sentido y es un trabajo que hay que hacer, pero que siempre nos falta un poquito más. Ahora venimos hace pocos días de la peregrinación a Luján, que es un testimonio de fe cristiana católica fortísimo. Entonces no minusvaloremos estas expresiones. Los hermanos de otras religiones tienen su presencia en la calle y esta peregrinación fue una presencia en la calle muy fuerte. Yo la caminé de punta a punta. Esta última, en más de doce horas, la hice completa y pude ver con claridad el testimonio de alegría, de fe, en distintos formatos. Desde rezar el rosario fuerte hasta estar aplaudiendo en un momento con una cumbia y yo me prendía en una y en otra. Rezaba el rosario y también aplaudía. Entonces, hay expresiones fuertes en este sentido que no tenemos que quitarle valor. Tuve una misa el domingo pasado en una nueva parroquia que creó Tucho, era la primera patronal y rebalsaba de gente en este sentido. El fin de semana anterior tuve una peregrinación en Nuestra Señora de la Merced por el centro de la ciudad de La Plata; a la tarde, la siesta, en Ensenada y había una multitud que daba testimonio de su fe. Entonces, hay expresiones también de la fe católica, concretas, que yo estoy conociendo en La Plata, que son muy buenas y que significan realmente salir a la calle y misericordiar. Estuve en el hogar de Cristo, donde claramente están acompañando a las pibas y a los pibes que están en situación de consumo problemático. Celebré la misa, estuve con ellos, hay gente en situación de calle y hay personas con situaciones de discapacidad. Eso es misericordiar. Son obras de la Iglesia que tienen que estar muy pero muy en claro. Estuve en una cena con empresarios que colaboran con Cáritas. Y claramente ahí hay un trabajo capilar en todas las comunidades muy grande donde uno puede aunar personas que, con más recursos, eligen ayudarlos a través de la Iglesia, sean más o menos católicos. Así que hay bastante, siempre se puede hacer más.

DEMOCRACIA

-¿Cómo ve el balance de estos 40 años de democracia en nuestro país?

-Obviamente que elegimos y ratificamos cuidar esta democracia que hemos ganado todos los argentinos. Creo que es uno de los consensos más claros que hay a nivel político y social, incluso en los diversos ámbitos partidarios. Entonces hay que cuidarla y defenderla. El ejercicio concreto de la democracia tiene sus deudas. Los pobres son una deuda. Un 40% de pobreza, casi un  10% en situación de indigencia que pega fuerte particularmente en niñas, niños y adolescentes, es una deuda de democracia. La perspectiva republicana, la perspectiva de compromiso con todos los espacios para garantizar en serio el bien común, son deudas del ejercicio de la democracia y no de la democracia en sí, que la defendemos a muerte. Tenemos que cuidar el ejercicio para que realmente, al celebrar los 40 años, podamos decir que tenemos una democracia fuerte, donde hay inclusión en serio, donde hay bien común en serio, donde hay trabajo, salud, desarrollo y educación.

Fuente: La Prensa