El campo estalló en Europa: bloqueos de tractores en grandes ciudades
Miles de tractores intentaron bloquear varias de las mayores ciudades europeas en un lunes de cólera, el día en que se coordinaron los sindicatos del campo en buena parte de los países del bloque para protestar contra lo que consideran injustas políticas medioambientales.
Berlín, Viena, Luxemburgo, pero sobre todo París y Bruselas sufrieron cortes de tráfico que estuvieron a punto de taponar las entradas y salidas por carretera de las ciudades. Las autopistas de acceso a París estaban prácticamente selladas al cierre de esta nota, así como las del sur de Bruselas y en otras ciudades belgas, como Namur o Charleroi.
Los sindicatos se habían fijado como objetivo para este lunes “el bloqueo” de las capitales y a punto estuvieron de conseguirlo. Las primeras horas de la mañana en Bruselas y París vieron tales bloqueos que las autoridades empezaron a cerrar autopistas mientras miles de tractores circulaban a la menor velocidad posible o directamente se detenían para bloquear las rutas.
A las protestas en Bruselas, que llegaron hasta el “barrio europeo”, el que alberga buena parte de las instituciones de la Unión Europea, se unieron en tractores agricultores polacos, alemanes y rumanos.
Agricultores alemanes bloquearon también el acceso por carreteras a varios puertos del país, entre ellos el de Hamburgo, el primero alemán y de los más importantes de Europa. Protestan por las mismas razones que sus colegas de otros países europeos, pero también por la eliminación de una ventaja fiscal de la que disfrutaban hasta ahora. También hubo bloqueos de los puertos de Jade-Weser-Port, en Baja Sajonia y en Bremerhaven, en el norte del país.
Los gobiernos intentaron en los últimos días frenar esos movimientos. La Comisión Europea organizó la semana pasada una jornada de discusión con los actores del sector. Reunió en Bruselas a sindicatos y patronal agrícola, además de asociaciones de defensa de los pequeños productores.
¿Por qué protesta el campo?
La buena voluntad de una larga jornada de charlas no sirvió para frenar unas protestas que van a más. El primer ministro francés, Gabriel Attal, visitó explotaciones ganaderas el domingo, donde escuchó las quejas por las normas medioambientales, por la dificultad y carestía del acceso al agua y por la competencia, no sólo de países no europeos. Ahora también protestan (y tiran camiones en las fronteras) por la competencia a menor precio de la producción de España o Italia.
El campo europeo protesta porque considera que carga con un peso excesivo en la transición ecológica y porque la inflación de los últimos años se cebó en los productores agropecuarios al afectar sobre todo a insumos como los granos y la energía. El efecto del enfado del campo y de sus protestas puede ser altamente tóxico en la política del bloque porque puede alterar los equilibrios políticos del continente en las elecciones europeas del próximo 9 de junio si, como confirman los sondeos, ese voto se mueve en masa de la derecha tradicional a una ultraderecha negacionista de la crisis climática.
La extrema derecha, con medias verdades y bulos, intenta animar esas protestas desde hace meses y convencer a la población rural de que la Unión Europea tiene un plan secreto para ir reduciendo la producción de alimentos en el bloque hasta hacerla desaparecer porque le resultaría más barato importar todo.
Esos intentos de movilización, basados en esas razones espurias o en la realidad del empeoramiento del nivel de vida de los productos agropecuarios, empiezan a funcionar. De ahí que las protestas de este lunes fueran masivas, sobre todo en Francia y Bélgica.
Fuente: La Prensa