La credibilidad de Demichelis
El 16 de noviembre de 2022 River presentó en sociedad a Martín Demichelis como el nuevo entrenador del equipo. El hombre, de perfil alemán y surgido en las entrañas del Monumental, llegaba para reemplazar nada menos que a Marcelo Gallardo, el mejor DT de la historia del club de Núñez y, todos sabían, la mochila que había dejado colgada en el vestuario el Muñeco era muy grande, muy pesada. Justamente, por eso, pocos confiaban en poder encontrar, rápidamente, alguien con la fortaleza de levantarla. Pero el 15 de julio de 2023 River le ganó a Estudiantes 3-1, fue campeón de la Liga Profesional y los hinchas cantaron por Demichelis. Hoy ya no cantan tanto. Pasaron poco más de dos meses de aquella consagración.
Micho consiguió, además, con ese título, algo que le costó demasiado alcanzar a su mentado antecesor: un torneo local. Como yapa, el novel DT comandó una formación que deslumbró desde el juego, venció a Boca (1-0) y les sacó una ventaja enorme a sus rivales en la carrera por el título (terminó 11 puntos arriba de Talleres, el subcampeón). Todo era color de rosas en Núñez. Era.
Alguna vez, justamente Gallardo, disparó una de esas frases que el fútbol suele retener en la memoria. Dijo, el pequeño entrenador de la estatua abultada, algo muy sencillo: “Hay que creer´´. Su frase no fue al azar ni en cualquier momento. Lo hizo en la previa del día más glorioso para los riverplatenses. La soltó antes de la victoria sobre Boca (3-1) en la final de la Copa Libertadores 2018 jugada en Madrid. Y de creer se trata. Hoy los hinchas de River (no todos, nunca es aconsejable generalizar) ya no aplauden tanto a Demichelis porque no creen en él. Pero el gran drama que tiene el rubio entrenador es que sus jugadores son los que parecen haber perdido la confianza en su guía.
Enzo Díaz es un gran refuerzo, pero no consigue un lugar entre los titulares.
La credibilidad es uno de los atributos más importantes que puede tener un hombre. Y un político, periodista, dirigente, jefe, empleado o cualquier ser humano que la pierda, difícilmente la pueda recuperar si la perdió. Dicen que en River algo se rompió. Entre el técnico y los jugadores, algo se quebró o se está quebrando y habrá que ver, con el paso del tiempo, si se puede soldar.
En la jerga periodística “dar un off” significa prestarse a una charla con el micrófono apagado. Que un protagonista acepte o, incluso, invite a uno o varios trabajadores de prensa a dialogar, pero sin grabadores ni cámaras. ¿Con qué intención? Quizá la de congraciarse con aquellos convidados o, simplemente, para compartir alguna información, pero dando por entendido que no será publicada. O esperando que se publique solo lo que el protagonista (quien suele pedir que sea “en off”) autoriza a que se haga público.
Bien, este modus operandi parece ser el que está condenando a Demichelis. Según trascendió, el técnico millonario mantuvo una charla de esta naturaleza con un grupo selecto de periodistas y, allí, se expresó en contra de algunos jugadores de su rico plantel. Quizá subido a las regalías que acababa de obtener con su primera conquista en Núñez, Micho comenzó a pensar en lo que vendrá (tiene contrato hasta diciembre de 2025), más aún después de la doble e inesperada eliminación copera que tanto daño le causó al club (Talleres lo sacó de la Copa Argentina muy prematuramente e Inter, de Brasil, lo despachó por penales en octavos de final de la Libertadores). Y, según trascendió, nombró a viejos caciques con los que no piensa contar en futuras empresas.
El todavía joven ciclo de Martín Demichelis sufrió un duro golpe con la eliminación en la Copa Libertadores.
El asunto es que lo charlado llegó a oídos de, justamente, los ya consagrados con la banda roja en el pecho. Y es muy sencillo pensar cómo se sintieron y obraron tras conocer detalles de la entrevista a oscuras. Dicen que los jefes del grupo se reunieron con el DT y le recriminaron la actitud. Luego voló por los aires quien era el jefe de prensa del cuerpo técnico y, desde entonces, Demichelis anda tratando de recomponer la relación con sus dirigidos.
Pero sigue con sus desatinos el entrenador. El que más se nota es el que está a la vista. El juego de su equipo. Y las formaciones y sistemas que ensaya fecha tras fecha. De los últimos 9 puntos cosechó 7. Pero en los partidos que ganó (a Arsenal 3-1 y a Atlético Tucumán 1-0, con un gol en el último minuto) no jugó del todo bien. Y en el empate en un gol con Banfield, decididamente, mereció perder.
Esa tarde frente al Taladro, el DT lo sacó de la cancha en el segundo tiempo a Manuel Lanzini. El recuperado crack estaba jugando su mejor partido desde su regreso al club hace un puñado de semanas. No estaba para salir. Pero era, apenas, la primera vez que lograba mostrar destellos de su calidad. Dicen que el volante se molestó con Demichelis más de la cuenta por esa decisión. No era para tanto. Pero alcanza el detalle del enojo de Manu con el técnico para poner en evidencia que los jugadores -por lo menos algunos- no lo respetan como deberían.
Manuel Lanzini estaba jugando su mejor partido, pero lo sacaron de la cancha. Dicen que no le gustó el cambio.
Enzo Díaz fue una de las mejores contrataciones de River en los últimos años. Pero no juega. Y no lo hace porque Micho opta por Milton Casco, quien hace rato que arrastra un bajón futbolístico, pero pertenece al grupo de los veteranos de guerra. Y el ídolo y capitán Enzo Pérez siempre juega bien y todos miran atentos su relación con Demichelis. Enzo se llama a silencio pero se habla de su enojo con su jefe. Por eso en River dan por descontado que el del domingo será su último Superclásico. Y que lo mismo podría pasar con Franco Armani, el propio Casco y alguno más de la vieja guardia. Habrá que ver, eso sí, qué sucede con Demichelis, aunque difícilmente los dirigentes asuman el costo político de un despido indeseado, al menos antes de fin de año. Sería borrar con el codo lo que escribieron durante casi una década, cuando funcionaba a la perfección el trío Gallardo-D’Onofrio-Francescoli. Hoy River parece lejos de eso a pesar de que hace 74 días salió campeón. Suena increíble. Quizá el Superclásico del domingo le dé otra chance.
Fuente: La Prensa