El tren fantasma del descenso

“Es muy difícil pelear esto, no se lo deseo a nadie. Hay que estar muy firme de la cabeza, no es una cuestión futbolística. Se juegan muchas cosas y los nervios no te dejan descansar. Hace días que no puedo dormir. Miro los otros partidos… Aunque te quieras desligar, no podes. La estamos pasando mal en ese sentido y tampoco se lo deseo a los otros equipos, a los jugadores rivales, a nadie. Es muy feo todo lo que estamos pasando”, dijo Sebastián Prediger con los ojos rojos el lunes por la noche, luego de que su equipo, Tigre, goleara a Belgrano 3-0. Y eso que habían ganado los suyos.

El experimentado volante nació en Santa Fe hace 37 años y debutó en Colón en 2004. En 2010 jugó en Boca, sitio donde mayor exposición tuvo. Después pasó por diez instituciones más, incluyendo el fútbol de Colombia, Portugal y Abu Dabi. Suma casi 400 partidos en Primera. Pero, pese a su largo y curtido recorrido, no pudo disimular su estado de ánimo. No pudo, porque sus declaraciones pospartido para la TV le explotaron en la garganta, en forma de catarsis. Y mostraron lo que les pasa a la mayoría de sus compañeros de Tigre y a sus oponentes en esa lucha por no irse a la B.

Son, cuando restan dos fechas para que culmine la Copa de la Liga que definirá el segundo descenso (el primero ya se consumó y castigó a Arsenal), nueve los equipos que compiten por quedarse en Primera. Son una especie de pasajeros del tren fantasma del descenso. Si bien algunos parecen ya más aliviados, como Central Córdoba de Santiago del Estero (que suma 48 puntos en la tabla general, que es la que determinará ese segundo descenso que resta definir) y Barracas Central (con 47), el resto la deberá pelar hasta el último minuto, parece. Tigre (46), Vélez, Sarmiento, Huracán y Gimnasia (todos con 45) y, los más complicados, Unión (43) y Colón (42). La cuenta es fácil: quedan 6 puntos por jugarse y los mencionados equipos aún no se aseguraron un lugar en el fútbol grande para la próxima temporada, aunque cada uno con sus matices. ¿Morbo? Si hay un empate en la última posición, los equipos en cuestión deberán jugar entre sí para definir el descenso. Hoy, los que cuentan con verdaderas chances de llegar a ese hipotético partido definitorio son los dos elencos de Santa Fe. Sí, el clásico de esa ciudad podría ser la última de las batallas.

Sarmiento y Unión sienten su futuro en Primera pendiendo de un hilo.

Ahora bien, el sentimiento que atraviesa Prediger seguramente lo padece la mayoría de los integrantes de cada uno de esa casi decena de planteles que quieren escapar del descenso. Algo parecido, o casi lo mismo -dependerá de cómo lo viva cada uno-, les está pasando a los hinchas. Eso multiplica la cifra de hombres y mujeres que, por estas horas, deben estar sufriendo. Pero acá hay que parar.

Y hay que detenerse porque el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes, como dijo alguna vez el legendario entrenador italiano Arrigo Sacchi, aunque otros le atribuyen la sabia frase a nuestro querido Jorge Valdano. En tiempos en que nuestro país se desangra y viaja aturdido (por la inflación, la inseguridad, la violencia, etc. etc) hacia un balotaje en el que gran parte de la población votará insatisfecha y tapándose la nariz, para elegir al que considere el mal menor, sería aconsejable darse cuenta de qué se habla cuando se habla del descenso.

Del fantasma del descenso.

El fútbol, profesional y negocio multimillonario -para algunos-, no deja de ser eso. Un juego en el que unos compiten con otros. Muy pocos ganan, la mayoría pierde. Y el que más pierde, debe empezar otra vez. Y los que vienen de abajo, en este caso de la Primera Nacional, tendrán la posibilidad de mezclarse con los más poderosos.

El problema es el de siempre. La magnitud que logran los acontecimientos y que interpelan la inteligencia de los protagonistas. No de los jugadores que, en su mayoría, son chicos muy jóvenes que se ganan la vida corriendo detrás de la pelota y deben soportar la presión de los de afuera. Lo complicado es cómo lo vive el hincha de a pie. No el barra, a ese hay que sacarlo del análisis por mercenario y violento. Del hincha común se trata. De ese que se siente agobiado por lo que le toca vivir día a día y que se ve afectado por su pasión. Ese debería encontrar el equilibrio necesario. Sí, es fácil escribirlo y difícil practicarlo.

El duelo entre Colón y Vélez de la última fecha será lo más parecido a una final para evitar el descenso.

“El club es de los socios. Ganen o ya saben”. La bandera apareció en las últimas horas colgada sobre la puerta del domicilio del presidente del Sabalero, José Vignatti. “Colón no es tu empresa”, decía otro. Casi al mismo tiempo, después del empate sin goles de Unión con Lanús el domingo, en el 15 de Abril (la casa del Tatengue), hubo graves incidentes en las afueras del estadio, que derivaron en una represión policial, con un saldo de hinchas y efectivos lesionados, entre ellos un niño herido.

Quedan dos fechas por jugarse para los implicados. Este fin de semana, irán así: Gimnasia-Atlético Tucumán, Argentinos-Vélez, Huracán-Arsenal, Colón-Talleres, Instituto-Barracas Central, Tigre-Platense, Belgrano-Unión y Sarmiento-Godoy Cruz. Y la última, la definitoria, tendrá estos choques: Vélez-Colón, Banfield-Gimnasia, Atlético Tucumán-Huracán, Unión-Tigre y Platense-Sarmiento. Y todo puede suceder. Lo que no debe pasar, es que olvidemos la frase Sacchi o de Valdano, vaya uno a saber quién la dijo.

Fuente: La Prensa